Su personalidad religiosa y mística a la vez, es muy distinta a la de Gea, la tierra, concebida como elemento cosmogónico. Es la diosa de la tierra cultivada, especialmente del trigo.
Deméter se halla estrechamente vinculada a su hija Perséfone, y las dos constituyen una pareja a las que simplemente llaman " las diosas".
Perséfone era la única hija de Deméter, que concibió con Zeus, crecía feliz entre las ninfas en compañía de las otras hijas de Zeus, y se preocupaba poco el matrimonio cuando su tio Hares se enamoró de ella y ,con la ayuda de Zeus, la raptó.
Desde este momento empezó para Deméter su búsqueda que le obligó a recorrer todo el mundo conocido. Al desaparecer en un abismo, Perséfone lanzó un grito que al escucharlo su madre se le encogió el corazón, pero su búsqueda fue infructuosa.
Durante nueve días, con sus noches, sin tomar aliento, sin beber, ni bañarse, la diosa fue errante por el mundo, con una antorcha encendida en cada mano. En el décimo día se encontró a Hécate que también había oído el grito pero no tuvo tiempo de ver al captor.
Irrritada la diosa decidió no volver al cielo. Sin embargo este voluntario destierro volvía la tierra estéril, y con ello se alteraba el orden del mundo, por lo cual Zeus ordenó a Hades que devolviera a Perséfone, pero esto ya no era posible puesto que estando en los infiernos la joven comió un grano de granada y rompió el ayuno encadenándola esta acción definitivamente.
A partir de ese momento Perséfone subirá al cielo con su madre con los primeros tallos que aparecen en los surcos y volverá al reino de las sombras en la época de siembras. Por eso durante todo el tiempo que queda separada de Deméter, el suelo queda estéril; es la estación triste del invierno.